viernes, 13 de julio de 2007

Así se hace

Me gusta lo que ha hecho Omar, porque resulta que este es el blog de la Hydra, no solo mío. Todos deberían de subir sus textos aquí. Yo no subo nada de momento, ni he leido el de Omar, porque ya me voy de aquí, de as compus, no tengo tiempo. Pero para la otra subo algo, y leo el texto. Sale.

Otra cabeza de la Hydra.

miércoles, 11 de julio de 2007

Pa que no digan

Y pa que no digan que nomas hablo y no dejo nada, empiezo yo por subir algo al blog para que me hagan pedazos, así que espero leerlos.



La feria


Buscó a sus padres entre la multitud sin ningún éxito. Las luces de diversos colores en el umbral ovalado rellenaban la palabra CIRCO. Miró la fila de la taquilla, niños llevados de la mano esperaban impacientes su boleto. Dulces, algodones, papel; la gravilla suelta se mezclaba con todos los deshechos de felicidad. Bajo el umbral se formaban las personas serpenteando en un zizagueo de cordones rojos. Sus padres no estaban en ella. Caminó dando vueltas entre el gentío. Su mano derecha apretaba nerviosa el boletito de cartón en su bolsillo. Unos globos se elevaban aquí y allá contra el cielo gris sin estrellas. Las voces, los gritos, - ¡Entren, entren. Última función – y el miedo de haber perdido a sus padres llenaban su cuerpo de una extraña vacilación.
Flanqueó el colorido circo por la derecha. El flujo de gente desaparecía hasta llegar pronto al silencio, interrumpido de vez en cuando por la música maquinal que venía de algún lado. Caminó teniendo cuidado de no pisar los cables que se alargaban sobre la tierra. Cada paso era una búsqueda. Nunca pensó que lo habían abandonado. La culpa era suya, lo sabía, por alejarse siguiendo a aquel payaso sonriente que vendía globos.
Vio una luz que apenas trazaba un semicírculo sobre la tierra. Un grupo de hombres se cobijaba bajo el oscilante foco, dejando entrever apenas el perfil brilloso de sus cabellos. Los miró lleno de miedo, aquella aparición hacía sudar sus manos que lentamente iban humedeciendo el boleto en el bolsillo. Se imaginaba las peores cosas de aquellos hombres que permanecían silenciosos sentados en la banca, hombres grises que se ocultaba en la escasa luz que emanaba de un foco. Aquellos hombres, tan temibles para el niño, permanecían de espaldas fumando un cigarro que pasaba de mano en mano, sin percatarse de la existencia de un observador. Se acercaba sigilosamente hasta donde estaban ellos, preguntándose si quizás su padre no se encontraba allí, buscándolo, o si había pasado a preguntar por él. Quería verlo sentado al lado de aquellos hombres de silencio, quería que se acercara y le preguntase con el rostro encendido - ¿Dónde estabas?- pero la futilidad de sus pensamientos delataban su presencia en el crujir ruidoso de la gravilla.
Uno de los hombres volteó. Su cara blanca, ojos inexpresivos y una sonrisa roja cortada sobre la cara lo escrutaban. El niño sintió como su cuerpo se estremecía, se congelaba en un instante donde su sangre dejaba de existir para el tiempo, entraba en una parálisis helada que con calma iba perlando su frente de sudor. Nuca antes tuvo tanta necesidad de sentir en su mejilla el pecho protector de su madre. Un segundo hombre de pelos verdes y un tercero con franjas negras y blancas en el cuerpo lo invitaron a sentarse con un leve movimiento de cabeza. Frente a ellos un pequeño espejo, recargado en el poste de donde pendía el foco, reflejaba los grandes y coloridos pies de aquellos hombres extraños. El niño tomó asiento en un extremo de la banca. Los hombres miraba fijamente al piso, en sus rostros se reflejaba una felicidad cansada, nostálgica. Al ver así a aquellos seres que no le miraban el niño comenzó a tranquilizarse, a sentir el calor de un foco que lo bañaba en un líquido abrazo de luz. Mecía sus pies y los miraba, tan pequeños a comparación de los de aquellos hombres. Se bajó de la banca y camino frente a ellos que no le prestaban atención, hasta que vio a un hombre pequeño, en el extremo opuesto de la banca, que buscaba palpitante algo dentro de su morral. El niño se acercó a él con la curiosidad de descubrir que era aquello que con tanta insistencia revolvía aquel hombre. Vio como sacaba, sostenida cuidadosamente con sus dos manos, una máscara en la que se veía pintada una gran sonrisa roja y unos ojos eternamente abiertos. El niño alargó una mano, con la certeza de que esa máscara le pertenecía, y el hombre, mirándolo fijamente a los ojos, alargó la suya entregándole el tan preciado objeto. La tocó con sus manos, la sintió sedosa y llena de brillo, resbalosa, húmeda; aquella máscara le sonreía desde cualquier punto que la viera, su sonrisa parecía desbordarlo todo. La colocó sobre su rostro y una felicidad que no entendía comenzó a invadir cada miembro y vena de su cuerpo, cada pulsión que se llenaba de alegría. Ya no pensaba en sus padres, ya no se sentía perdido, sólo la dicha de estar allí, aquella placidez que lo hacía olvidar y permanecer atado a aquel lugar, lozanamente, para siempre.

Hydros e Hydras

Estimados hydromaniacos por no decirlo de otra manera. Otra vez yo interrumpiendo a juan carlos a medio verso, les pido de favor que cuando se hechen una ueltecita por el ciber o usesu compu de la casa suban algun texto al blog, sólo para que exista algo de representación y poder leernos desde la casa y criticarnos a gusto para luego vernos las caras y decirnos como nos parecio cada texto. Bueno, espero les interese mi opinión, sino ya saben que pueden mandarme a la chingada.

les anexo mi correo por si alguien decide tomar la segunda opción: omarsva@gmail.com

últimas reuniones (las más recientes)

Quinta reunión

Fue en casa de Silvia Quezada, porque creimos que habría examend e admisión en la Universidad.

Sexta reunión

Fue en el Madoka y el ex- convento, porque ahora sí hubo examen de admisión en la Universidad.

Séptima reunión

Por fin en la Universidad. Fueron pocos.

Octava reunión

Llegué tarde por irle a vender el alma al diablo (conseguí empleo). Fue de invitado Neri Tello.

Novena reunión

Estuvimos hablando sobre los cuentos que leimos (uno mío, otro de Pedro, otro de Ariel)


Notas.

Cambero desapareció.
Christian se enfermó del riñon.
Omar de gripa.
(¿cuál Omar? No Sánchez, el otro)
Pedro llegó tarde al Madoka.
Juan se fué al norte y volvió.
Miguel ya no ha ido.
Algunos otros tampoco, pero de vez en cuando.
Lalo se mostró como un verdadero cachanilla.
El depa de Silvia Quezada ajustó para todos los que fuimos.
Ella nos regaló libros.
Hubo consumo de cervezas en el Madoka antes del mediodía.
A vuelto Penélope.
Ha habido más cosas, pero han sido muchas...