No había nada, aquello que algún día parecía ser perfecto había desaparecido. Pues de aquello solo se habían formado patrones erróneos que atrofiaban la existencia. Recordé lo que anoche había hecho y una nube gris se atoró en mi memoria. La búsqueda tan absurda de lo que siempre estuvo ahí me envolvió hasta dejarme inconsciente; y ahora ya no está aquí. No soy alcohólico, lo juro, lo que pasa es que mis pensamientos me emborrachan más, y de alguna manera tengo que olvidar, ¡qué cosa mejor que la bebida!... Por eso, mientras más alcohol, voy lentamente convirtiéndome en un ser que ama las nubes, cuando son cuadradas sobre todo, y dejo que los que me ven con los ojos sobriamente puros, amen su felicidad enlatada, su familia educada, su Patria en serie, en fin... No debería hacer odas a la bebida, pero lo hago, y lo disfruto, y es que, papel y alcohol, eso es lo que forma al escritor, eso y la crítica, sobre todo a los burgueses, que no saben mas que de casas limpiecitas, de consumo, y de retratos bonitos como el que de Goethe tenían aquellos alemanes que Harry Haller visitó aún en su profundo desprecio en el Lobo estepario -- nficción al cabo, pero realidad también. Y justo ahora mis pensamientos no salen de aquella historia que trato de componer, el alcohol me ayuda en mi trabajo de creación, trato de componerla con mis viejas, amargas y estrictas memorias de mi pasado, pasado en el cual mi vida valía más que esta vacía botella en la que mis esperanzas estaban metidas y ahora no existe nada en ella, está vacía, no tiene alma ni espíritu. Mi escritura intenta fluir pero ¿a quién le importa si existe más alcohol? la boca seca me declara que más que escritor soy un tomador empedernido, busco una botella llena entre los libros tumbados, aquellos que dejaron de hablar mientras bebía y encuentro una de whisky, la abro y comienzo a tomar sin preocuparme si la poesía... si la filosofía, si el amor... Al diablo todas las pendejadas de intelectual y prefiero beber y conseguir pornografía barata que me acompañe. La vida fatalista de escritorcillo barato, simepre negando la vida diurna de pederasta, de mal hijo, de alcohólico y pornógrafo empedernido. Y ahí donde antes no había nada, está ahora el reflejo de mí mismo como la escoria letrada. La pornografía es lo único que me queda en estas noches solitarias que me quedo en casa oprimiendo el botón de play para pensar filosóficamente si las rubias gritan para olvidar que su vida se repite cada noche en las videocasseteras de los hombres olvidados de todo el mundo. Qué reflexión tan atroz, ser consciente de loq ue yo mismo soy a través de mi propia reflexión, pero no puedo dejar de pensar en la rubia, qué haría yo si estuviera en su lugar, quizás podría experimentarlo convirtiéndome en un travestista más, pero eso cuesta dinero, y entonces ¿cómo podría comprar alcohol y pornografía? Quedaría vacío de nuevo, tan solo yu olvidado como ahora lo estoy... En fin, para qué reflexionar ¿me ayudará en algo?, ¿seré mejor? No vale la pena. Mejor seguiré tomando.
viernes, 1 de junio de 2007
Este no tiene título, ni es cadaver
Este texto solo tuvo dos reglas. Seguir la historia, y que la segunda frase fuera más larga que la primera, la tercera, más larga que la segunda, la cuarta más larga que la tercera, y así. Cada vez una frase más larga. La hoja se roló entre los catorce asistentes a la tercer sesión.