jueves, 16 de agosto de 2007

Un cuento

Por ahí el buen Fabio ha posteado un cuento y unas palabras de apoyo a mi propuesta de hacer una crítica más inteligente. La bronca fue que el cuento lo dejó en los comentarios y creo que nadie lo había visto. He aquí entones el cuento del compañero.

EL HORROR LLEGÓ A CASA
fabio gamez


Se laventó de súbito del camastro y se puso a escribir con febrilidad.

«... la tempestad se hará presente y lo cubrirá todo en la oscuridad».

Había tenido una especie de revelación después de que, en el silencio de su cuarto, sólo escuchaba sus pensamientos y, eventualmente, el sonido de una sirena que terminaba perdiéndose en la lejanía.

«... entonces todo será terrible y los seres se verán reducidos a arrastrarse aún más».

«En el comienzo, el sol se eclipsará y la luna llorará roja. Entonces se escuchará un trueno macabro, como el susurro de una letanía horrenda que proviniera de la nada.»

«Pero muy pronto las primeras manifestaciones del fuego del sacrilegio aparecerán por todas partes, con la insistencia y el aumentar constante de su furia meléfica.»

«Absorbiendo todo en una tempestad del alma.»

Pocas veces se había visto a sí mismo escribir así, obsesivamente, con una idea clara, pero tampoco tan rápido. Le pareció raro cuando comenzó a transpirar pero no se dejó distraer por eso.

«Entonces, cuando el mundo en fuego se ahogue, llegará Él, y descenderá de una imponente carroza descomunal.»

«De cuatro cornetas del apocalipsis, situadas en lo alto de aquel esperpento, surgirá un sonido infernal que opacará todo al son de unos tambores indecibles»

«Satanás se llamará y los cuernos de chivo asomarán de su cabeza.»

Una gota de sudor corrió por su cuello. Escribía a todo lo que daba. Sabía que le quedaba poco tiempo.

«La aparición será el final de la enfermiza luz que marcó la existencia condenada desde siempre y por todos los tiempos.»

«La conciencia se volverá inútil y nunca nada más verá.»

Lo estaba logrando, sabía que lo lograría, cuando la descarga eléctrica provocó el apagón. Todo quedó en tinieblas. Se escucharon los gritos habituales de los vecinos. Llovía torrencialmente y todo era rayos y truenos.

Se quedó mirando los reflejos de los relámpagos en el monitor de una computadora apagada inapropiadamente.
Respiró profundo al tiempo en que se enjugó el sudor de la frente. Lo había logrado.
De pronto un pensamiento lo horrorizó: no recordaba haber salvado el documento en ningún momento.